Peronismo o kirchnerismo

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Peronista es todo aquel que cumple con la ideología y la doctrina. Dijo Perón: “Que todos sean artífices del destino común, pero ninguno instrumento de la ambición de nadie”.

La falsa interna teatral montada en el Partido Justicialista, y dirimida mediante un trámite exprés por la jueza Servini de Cubría, deja al descubierto la escenificación planteada en una “batalla” de inteligencia política. El peronismo no necesita que la Justicia diga quién lo representa. El actual Partido Justicialista es víctima del último embate para su definitiva eliminación.

Cabe decir que el peronismo como maquinaria electoral nunca pudo ser vencida de frente. Para forjar su derrota eligieron y trabajaron arduamente, logrando al fin de cuentas infiltrarlo. De eso se ocupó el kirchnerismo.

Estos se esmeraron en corroerlo, corromperlo y degradarlo al punto tal de hacerlo vencible y presentarlo ante la sociedad como “el único mal” o “culpable” de todos los abusos y desaciertos de aquellos que sólo cantaban cínicamente la marcha. Jamás impulsaron las políticas verdaderas del peronismo, de él se ocuparon para adulterarlo y destruirlo mediante el burdo accionar de gente politizada, carente totalmente de conciencia política. La movilidad social ascendente se generó en nuestro país a través del peronismo, no hubo otra fuerza política que la haya fomentado y sigue siendo hasta hoy así. El verdadero justicialismo luchó no para que haya rehenes ni esclavos, sino para que cada argentino tenga una vida digna y plena.

El apoderamiento del Partido Justicialista vaciado de contenido ideológico, llevado a cabo en esta oportunidad por la ex presidente Cristina Fernández de Kirchner, no va a reparar en lo más mínimo en despojarlo de la poca liturgia que le queda. Cristina, en su fuga hacia adelante, solo podrá causar más estragos de los que ya padece el justicialismo.

Ante esta maniobra arrebatadora, el partido se habrá de prestar a los intereses del gobierno actual en presentarse en las elecciones legislativas bifurcándose por distintas expresiones, que divididas suman más al gobierno de turno que al propio partido que dicen representar y querer. Recuérdese que todo aquel que se siente vencido busca una mesa de negociación, y el Partido Justicialista es la herramienta perfecta para ese fin.

La resistencia pasiva dirigencial que todo lo calla y lo acepta, es cómplice de este sabotaje encubierto que no repara en costo social alguno ni mucho menos en el conflicto humano que genera. Está más que claro que entre oficialistas y opositores coexiste un punto en común para dar paso a un nuevo orden político.

La sobreactuación, ante la demanda por clamor, sobrecarga la tensión de la gente para desarrollar una escenificación sin resolver los problemas de fondo por donde se encaminan los slogans que incentivan el conflicto. Nadie quiere que el principio filosófico y político del peronismo se desarrolle y prospere, este accionar solo busca desviar la atención de la gente que está harta de escuchar la retórica de la que se han apoderado, haciendo todo al revés.

¿Quiénes van a ser sus votantes y con qué padrón? ¿Con el de los excluidos, borrados o el de los expulsados? Solo han instalado un desorden político y doctrinario sin tener en claro qué es la doctrina que sirve para organizar una estructura.

Lo cierto es que a nadie del Partido Justicialista actual le conviene desarrollar el proyecto filosófico del peronismo. El transfuguismo político instalado en el partido tiende a presentar ante la sociedad como algo endemoniado, en donde lo único que avanzan son los proyectos personales. El caso testigo más evidente y actual es “Cristina o la nada”. Hoy en día nadie sabe que es el peronismo, y este ha sido cooptado por el kirchnerismo, que nada tiene que ver con la doctrina. Esta cáscara vacía de contenido ideológico fue teñida de distintas ideologías para que sea eso, es decir una mezcla de todo sin ser en realidad nada.

La farsa complementada por el “Gitano” Quintela, seguidor del Chacho Peñaloza, Facundo Quiroga y admirador de Cristina, que “hace peronismo” pagándole con papeles en default a todos los trabajadores de su provincia. Esto nada tiene que ver con el justicialismo, pero sí con el kirchnerismo, que luego de su paso por el poder y con políticas de sus economistas preferidos, dejó la violenta cifra de 8 millones de hombres y mujeres encolumnados en organizaciones sociales creadas como nueva estructura laboral, esquivando todo derecho laboral.

Nuestra comunidad, ha dicho Perón en “La comunidad organizada”, a la que debemos aspirar, es aquella donde la libertad y la responsabilidad son causa y efecto de que exista una alegría de ser, fundada en la persuasión de la dignidad propia y no en la imposición; una comunidad donde el individuo tenga realmente algo que ofrecer al bien general, algo que integrar y no solo su presencia obediente muda y temerosa, metodología que hasta la fecha ha utilizado el kirchnerismo.

En fin, sin doctrina no hay movimiento. Quienes pretenden modificarla actúan de la misma forma que los colonizadores, arrasando y enterrando la cultura preexistente. Estos pueden escribir un nuevo relato, pero el tiempo será inevitablemente quien exponga la verdad de la historia. La verdad es lo único, que antes o después, vuelve a develarse.

Opinión de Victorio Pirillo
Secretario General del Sindicato de Trabajadores Municipales de Vicente López

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