Lucha por el PJ: Los actores de siempre cambian de disfraz

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Hoy, el peronismo que murió con Perón es simplemente un lejano recuerdo de justicia social y progreso que jamás con esta dirigencia se volverá a reinstalar.

En el mito de la caverna de Platón, situado en el libro VII de “La república”, se esboza con terrible maestría la teoría del conocimiento, como así también la percepción de la realidad muy aplicable, mal que le pese, a la pretendida conducción en ciernes del PJ.

El pueblo argentino pareciera vivir eternamente en una caverna oscura, donde toda su vida no ha conocido otra cosa más que la farsa de todos los políticos que los encadenaron, llenándolos de penurias y frustrándolos en sus objetivos y futuro. Un pueblo que solo ha podido mirar hacia una pared frente a ellos, en donde detrás de estos existe un fuego que reflejan sombras que solo le han reportado infortunios, o como decían los griegos antiguos, “desgracias sobre desgracias”. Esas sombras, que solo se especializan en una dialéctica mentirosa, han sido la única realidad que han conocido y que conocen, o que están resignados en conocer.

Como Platón afirma, las sombras simbolizan la ignorancia de los que observan

Comparable también a la gran mayoría de los políticos actuales, los miles de discursos, acciones de gobierno, mensajes oficiales y panfletarios, peleas preparadas y automontajes guionados -como la pretendida interna del PJ- al solo efecto de falsear la verdadera visión o conocimiento de la naturaleza de las cosas, arrojaron como resultado un país devastado y un pueblo totalmente quebrado en su voluntad. Han llevado al pueblo a ser una figura del público que elige lo que le venden por las redes sociales y la televisión. Solo con una clase dirigente distinta y totalmente nueva se abrirán las puertas que posibilitarán que la gente pueda ver las cosas tal cual son, generando un cambio profundo y transformador, y no como hasta el presente la formatearon los distintos y mediocres gobiernos que el país ha padecido por escuchar siempre sombras que mantuvieron a la gente lejos de la claridad del sol.

Tanto acostumbramiento a la mentira como moneda corriente obstaculiza el acceso a la verdad. Sobre todo en una sociedad educada a seguir mitos, fantasías, relatos e ilusiones típicas sobre una característica humana de resistirse al cambio, quedándose con las sombras reflejadas en la pared de Platón y no a las verdades que la liberarían de tantos dirigentes, a quienes pusieron en sus manos el destino de sus vidas. Es importante que las personas crean más en ellas mismas, que empiecen a cuestionar la percepción de la realidad y accedan al pleno conocimiento y no se dejen guiar por el mundo de las apariencias.

El actual PJ se ha convertido en una cascara vaciada de contenido ideológico

Un espacio que tuvo como presidente, por orden de Cristina Fernández de Kirchner, a un radical socialdemócrata como Alberto Fernández, y a Máximo Kirchner, que es simplemente su hijo. La falsa interna que se patrocina en el PJ tiene como fin encubrir los revueltos retos económicos del gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, que se sube al ring como sparring para encubrir y distraer el default de una provincia quebrada. Cristina, la responsable de Macri presidente, de Alberto presidente y de Milei presidente, nuevamente vuelve a sus artimañas típicas de autoungirse primero, para hacer un doble juego y perder después. Aunque en verdad ella nunca pierde, porque el que pierde siempre es el país.

Llevando toda esta comedia armada al mundo del ridículo, el accionar de Cristina Fernández se adecua al mundo del espectáculo del catch de los años 60. Cuando ella es gobierno hace de Karadagian, y cuando le toca pactadamente ser oposición hace de la Momia, poniendo a figuras como Massa a cumplir el papel del mercenario Joe, o a Macri la de Benito Durante, el que se lleva el mundo por delante.

Lo cierto es que los actores de siempre cambian de disfraces, pero son los únicos con derecho a participar de un espectáculo político fraudulento, consensuado y armado, en donde todos batallan contra el pueblo y no por el pueblo. Todo suena a ridículo y es verdad, pero no menos ridículo es insistir en calificar de peronista a un gobernador como Kicillof, que al referirse a Perón lo llama “el quetejedi”, una palabra vulgar que se usa para denominar algo que no se quiere mencionar mediante su nombre corriente. En fin, como se ve, todo es uno y lo mismo.

Opinión de Victorio Pirillo
Titular del Sindicato de Trabajadores Municipales de Vicente López

 

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