Hay una nueva clase social: Los millonarios pobres

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Paradógicamente, las políticas sociales de inclusión expulsaron al 60 por ciento de la población de la vida social, económica y tecnológica. Sin atención sanitaria básica, con escuelas devenidas comedores y sin trabajo o con uno precario, este gobierno tampoco lo revierte y llena el país de familias pobres que ganan 1 millón de pesos.

Una familia tipo gana aproximadamente algo cercano al millón de pesos. Este nuevo encuadramiento de “millonarios” va en contraposición a la real cantidad de indigentes y pobres que han superpoblado la nación. Mas del 60 por ciento del país se encuentra allí, donde las personas no acceden a una sana alimentación, viven en ambientes hacinados, sin cloacas, sin agua potable, con una paupérrima educación, con escuelas que se han convertido en comedores y guarderías escolares más que centros de estudio que posibiliten acceder posteriormente a grados académicos.

Estos y otros tantos denigrantes factores han sido la resultante fatal de todos los gobiernos, incluido este último que tanto habla de la libertad y el progreso. La “década ganada” por sus resultados obtenidos puede equipararse a la “década infame”. La exclusión social a la inversa de lo que se esgrime dialécticamente como la “gran política inclusiva”, llevó a gran parte de la población a ser deportada de la vida social y económica, tecnológica, atención sanitaria de excelencia, mercado laboral no precario, empujando con gentileza discursiva a los nuevos expulsados del régimen social, impuesto por los que luchan por el pueblo.

Los distintos gobiernos de 70 años a esta parte, sin exclusión de ninguno, llevaron a la aniquilación espiritual de las personas, hasta físicamente, obligando a vivir a la gente en condiciones infrahumanas.

La dirigencia política ha trabajado sobre la necesidad y desesperación de las personas. La maldad, la traición, aniquilando como fin último la solidaridad y el altruismo. Los villanos han ganado, y los héroes nobles de las series de antaño han fracasado.

Los inescrupulosos pudieron imponer su mundo horripilante y vulgar vaciado de contenido ideológico sano y abnegado. El noble y puro Dr. Jekyll fue derrotado por la bestia interna Mr. Hyde. Este último es la verdadera cara de todos los políticos que destruyeron un hermoso pasado, imponiendo este escenario mediocre hecho a su imagen y semejanza. Palabras bellas o discursos épicos sirvieron para encubrir la imposición de un canibalismo atroz, imbuidos de un trastorno psiquiátrico de poseer dos o más identidades o padecer un trastorno disociativo de la identidad.

Todos los políticos electos que manejaron lo público han mentido, incluso diciendo la verdad, y no han estado a la altura del compromiso que la historia les exige y requiere. La convergencia de complicidades obliga a salir a la ciudadanía de esta virtualidad agobiante a la que entre todos la sometieron.

La catequización ideológica que fuera una constante en el ingreso a la función pública la hizo añicos. En sí, la cosa pública fue convertida en el reservorio donde muchos desplazados de la actividad privada fueron de a poco sobrecargando la administración pública hasta volverla inmóvil y alterando completamente el fin social para la que fue creada.

Todo hecho deliberadamente con la complicidad de muchos para disociar al ciudadano del Estado, que de esta forma ha sido depredado.

Gran parte de la dirigencia política se ha convertido en el misántropo Edward Hyde, un criminal capaz de cometer cualquier atrocidad. Lo cierto es que actuales y anteriores siguen fortaleciendo esa bastarda política de imponer una suerte de “caridad asistencial planificada”, donde se garantiza la expulsión de las personas del mundo de los sueños, el progreso, la identidad de ser alguien, arrojándolos hacia un lugar denominado escenografía de ausencia.

Acá es donde a los individuos, como quieren Elon Musk, Bill Gates, George Soros, Larry Fink, Vanguard, Black Rock, Robert Kiyosaki, Warren Buffet, Michel Burry, y tantos otros, ya no se los visibiliza, porque estos habrán pasado a ser un plan social encadenado al nuevo sistema que garantiza la dominación cultural y social absoluta de los seres humanos, convencido de que cualquier gobierno que sostenga ese indigno e inmundo negocio garantiza su dominación y permanencia.

Se han generado rehenes de los políticos de turno, alejándose abismalmente de las prácticas y costumbres que hicieron fuerte a esta nación, prescindiendo de igual manera de las pymes, creadoras y proveedoras del 80 por ciento del trabajo productivo del país.

Opinión de Victorio Pirillo
Titular del Sindicato de Trabajadores Municipales de Vicente López

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