El ritmo de vida moderno, las tensiones y los apuros suelen conspirar en contra de una alimentación más sana. Permanentemente apelamos a las comidas rápidas y calóricas con el fin de ahorrar minutos y salir del paso. Cómo conseguir una dieta balanceada que ayude a bajar el riesgo de padecer enfermedades y mantenga el peso saludable.
Existe evidencia sólida de la ciencia y la medicina que prueba que seguir hábitos saludables contribuye a mejorar la calidad de vida de las personas, reduciendo el riesgo de enfermedades. En este sentido, la dieta balanceada y la detección de cualquier patología gástrica en manos de especialistas como los de CMBF, expertos en el test de aire espirado, son uno de los aspectos fundamentales a cualquier edad para potenciar o mejorar la condición.
La necesidad de alimentarse mejor
Los alimentos que consumimos a diario contienen diversos tipos de nutrientes, los que son esenciales para múltiples procesos básicos dentro del organismo.
Llevar una alimentación equilibrada cuenta con múltiples beneficios. Comer bien no solo sirve de tratamiento, es prevención frente a los padecimientos y esa es la principal razón por la que llevar un estilo de vida sano reduce mucho las posibilidades de padecer enfermedades hacia adelante, como la hipertensión, los accidentes cerebrovasculares, los ataques cardíacos, la anemia, la obesidad y los desequilibrios gastrointestinales que pueden mejorarse con un tratamiento médico para el colon irritable.
Maneras de mejorar la alimentación
Existen algunas formas naturales de reparar el desbalance nutricional y los excesos. Intentar ingerir al menos tres comidas equilibradas a lo largo de la jornada es una de las principales.
El desayuno es fundamental y por eso no sebe saltearse, mucho más si se está en un proceso de descenso de peso.
Habitualmente, para incrementar la ingesta de alimentos saludables por sobre otros, se sugiere la mayor ingesta de frutas y verduras, de panes integrales en vez de blancos refinados, ya que contienen mayor grado de fibra, legumbres, productos lácteos que sea reducidos en grasas como los descremados y alimentos como arroz y pastas pero integrales que proveen más saciedad.
En cambio, se sugiere disminuir el consumo de carnes procesadas como hamburguesas o fiambres y hacer su reemplazo por carnes más magras, sin piel agregada ni grasas. Lo mismo con las mantecas y grasas elaboradas.
Ingerir menos alimentos altos en sodio, como los snacks y las salsas ya hechas. Así como también bajar la ingesta de bebidas azucaradas como las gaseosas, los jugos enteros, los dulces y las galletas.
Se aconseja siempre a los pacientes comenzar estos cambios de manera gradual, ya que restricciones extremas llevan a más deseo y posteriores atracones. Incorporarlos como hábito es muy favorecedor a largo plazo y una manera consistente de mejorar la calidad de vida.
Cualquier imposibilidad de realizar estos cambios por cuenta propia pueden ser hablados con el médico nutricionista.